Después del fracaso de la política económica y social implantada por el gobierno chino en el 1958, mejor conocida como “Gran Salto Adelante”, algunos líderes chinos decidieron que Mao debía ser depuesto como Jefe de Estado. En 1959, Liu Shaoqi accedió al puesto de Presidente de la República Popular China, mientras que Mao mantuvo su posición de Presidente del Partido Comunista.
Mao resurge en 1966 con su Revolución Cultural Proletaria, que tuvo como base ideológica un pequeño libro que apareció en octubre, donde se resumía su pensamiento. Dado a conocer en China con el nombre “Citas del Presidente Mao”, se hizo famoso en occidente con el nombre “Libro Rojo de Mao”.
Fue y sigue siendo un libro grande en contenido, pero pequeño en presentación. Se editó como libro de bolsillo, de manera que todos los chinos, miembros del Partido Comunista de China (PCCh), miembros del ejército, los estudiantes, los campesinos que pudieran leer y hasta los que no, tuvieran uno. Tenía doble propósito, propagandístico y doctrinario, alcanzados y superados con creces.
Fue recopilado por su colaborador Lin Biao, Ministro de Defensa y responsable del desarrollo del culto a Mao. Durante este periodo, casi todo lo que se publicaba, incluyendo los ensayos científicos, debía contener citas de Mao. Su lectura no sólo era obligatoria en los colegios, sino también en los lugares de trabajo, donde se organizaban grupos para estudiarlo.
El culto a Mao alcanzó niveles enfermizos. Se cree que desde su publicación se han impreso casi 1000 millones de ejemplares del Libro Rojo en varios idiomas y se siguen imprimiendo, lo que lo convierte en el segundo libro más publicado de la historia, sólo superado por la Biblia.
No hay turista que visite China que resista la tentación de comprarlo, en mi visita a Beijing en mayo de 2008 compré varios ejemplares para regalar a distinguidos amigos, Consuelo Despradel y Rosa Ng, acaban de llegar de China cada una con su Libro Rojo en mano. Hoy, el pequeño libro rojo, sólo tiene un sentido simbólico, se vende como pan caliente, pero no se lee.
Mi recomendación es que debemos leerlo, no para asumirlo de manera radical, como los talibanes asumen el Corán, sino para tomar las excelentes recomendaciones que hace Mao, a todo el que desee hacer realidad el sueño de relanzar su país, despertar su nación del letargo en que se encuentre.
Así como existe el Libro Rojo de Mao y el Libro Verde de Gadafi, quizás es tiempo de que surja el Libro Amarillo dominicano, no para oponerse a los imperios y las potencias occidentales, sino para dar a conocer con vehemencia, como ellos lo hicieron, el pensamiento de los que creen que sí se puede tener gobiernos del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.
Publicado en el Listín Diario el sábado 24 de octubre de 2009, ver en: http://www.listin.com.do/app/article.aspx?id=119184