sábado, 29 de agosto de 2009

El té chino

Aunque nos han acostumbrado a llamar té a toda infusión de hojas que se prepara, el verdadero té, es la infusión que se extrae de una hoja milenaria de origen chino que lleva ese nombre.
El cómo se descubrió y cómo comenzó a ser la bebida preferida del pueblo chino es un misterio. Existen diversas historias, todas fantásticas, siendo la más aceptada la que cuenta que el emperador Shen Nung, que sólo bebía agua previamente hervida, un día mientras esperaba que el agua estuviera lista, el viento empujó tres hojas de té hasta la taza, se tiñó el agua de un color dorado, él probó el brebaje y lo encontró revitalizante y refrescante.
Eso hace más de 5000 años, pero reiteramos es sólo una leyenda, de lo que sí se tienen pruebas es que ya en el 221 a.C. existía un impuesto al té, que después pasó a ser la principal fuente de ingresos del Estado. Lo que sí es seguro es que el cultivo del té tiene más de 2500 años, siendo quizás el más antiguo que registra el hombre.
Por muchos años los chinos mantuvieron el monopolio de producción y consumo del té, fue en el siglo IX que monjes budistas lo llevaron a Japón. Muchos años después llega a Europa cuando en 1610 los holandeses lo llevaron a Ámsterdam que era conocido en ese momento como el almacén del mundo. En China el consumo del té es un arte, es parte intrínseca de su cultura, de su diario vivir. Representa lo trivial y lo profundo. Se brinda a todo invitado como símbolo de amistad, además acompaña todas las comidas: antes de comer se bebe como aperitivo, después como digestivo.
Existen diferentes tipos de té, dependiendo de su preparación y de la frescura de las hojas. Los más conocidos son el verde y el negro, a partir de ellos existen distintas variantes. El verde es el primero, el más consumido, un antioxidante natural, considerado entre los diez alimentos más sanos del mundo. El té se toma sin azúcar para que sus facultades antioxidantes no se neutralicen, en última instancia se recomienda un poco de miel de abejas.
Preparar el té es un rito que demanda de utensilios específicos, que van desde la tetera hasta las pequeñas tacitas para su consumo, pero usted en principio hágalo con lo que tenga. No obstante, si usted decide asumir la cultura del té, nuestra recomendación es que así como para degustar un buen vino se precisa de una fina copa, riedel preferiblemente, para degustar un buen té se recomienda una fina tetera de cerámica cocida en la tradicional región de Yixing, que es el lugar donde los amantes del té, dentro y fuera de China, procuran los utensilios para su disfrute con el aire ceremonioso que demanda.
Usted puede encontrar el té en el mercado en diversas presentaciones, desde las bolsitas, hasta en sus hojas frescas debidamente procesadas. Para los no expertos, para facilidad de preparación se recomiendan las bolsitas, pero a medida que usted comienza a asumir el té como parte de su vida, a tomarlo habitualmente con sus familiares y amigos, como se hace en China, Japón, Reino Unido, India etc, debe consumir el té en sus hojas.
El mercado dominicano del té todavía no tiene esa gran diversidad que se podría encontrar en un país de tradición en su consumo, pero en el Barrio Chino se pueden encontrar varias opciones, diferentes precios y calidad. A mayor precio, mayor calidad y por tanto mejor sabor, frescura y facultades medicinales.
Publicado en el Listín Diario el sábado 29 de agosto de 2009, ver en: http://www.listindiario.com.do/app/article.aspx?id=113113
Y también en el Nuevo Diario digital el domingo 30 de agosto, ver con los comentarios en: http://elnuevodiario.com.do/app/article.aspx?id=165954

sábado, 22 de agosto de 2009

El Tíbet, desde otra óptica

A nosotros los occidentales, en cultura y ubicación geográfica, nos han bombardeado con informaciones acerca del Tíbet y su relación con China. Películas de Hollywood, documentales, libros, ensayos, reportajes y noticias nos presentan a un Tíbet víctima de China. Como un estudioso de China en todos sus aspectos, que trata de ser objetivo, he investigado profunda y exhaustivamente el llamado conflicto entre Tíbet y China.
Como he dicho, ya casi todos, sin tener que investigar mucho, hemos escuchado una campana, la del Dalai Lama y sus seguidores. Nos queda escuchar otras campanas, entre ellas la opinión oficial de la República Popular China (RPCh), así como sinólogos e intelectuales que han escrito del tema, después de haber estado en el Tíbet y haber consultado al pueblo acerca de la realidad que se vive.
El Tíbet pertenece a China desde finales del Siglo XIII, cuando la Dinastía Yuan, la sumó al imperio. Las siguientes dinastías descuidan la zona, hasta que la Qing la recupera en el 1720. Los ingleses, aprovechando la decadencia del último imperio chino, conceden una independencia de hecho al Tíbet en el 1904, pero desde que se proclamó la República de China en el 1912, el presidente Shikai declaró al Tíbet provincia de China. En el entendido de que el Tíbet es una provincia suya, la ya proclamada RPCh, inicia una campaña de liberación del Tíbet en el 1950. El gobierno teocrático, dirigido por el Dalai Lama XIV, era excesivamente desigual y abusivo.
El 5% de la población, o sea, los gobernantes, la aristocracia y los monjes de capa superior, tenía todas las riquezas y el aplastante aplastado 95% divididos en siervos y esclavos, no tenía nada, más que trabajo, torturas, hambre y miseria. El feudalismo, superado en Europa desde el siglo XV, estaba en su mejor momento en esta sociedad en pleno siglo XX, peor aún, un feudalismo esclavista. Ante esta realidad, el gobierno de la RPCh agotó la etapa de diálogo y negociación con el Dalai Lama, pero ante la imposibilidad de acuerdos, se produjo el 28 de marzo de 1959 una orden promulgada por el Primer Ministro Zhou Enlai, en la que se disolvía el gobierno local del Tíbet y se establecía un Comité Preparatorio de la Región Autónoma del Tíbet.
Desde ese momento, se inició la reforma democrática en el Tíbet, que acaba de cumplir 50 años con resultados económicos, sociales y culturales favorables para la mayoría del pueblo tibetano, que fue liberado de la servidumbre, la esclavitud y la explotación.
Las estadísticas son sorprendentes, para muestra un dato: en el 1959 el PIB per cápita en el Tíbet era de 142 yuanes, hoy es de 13,861 aproximadamente. Le recomiendo escuchar todas las campanas, pero hágalo de manera desapasionada y con objetividad. Esta es otra versión, sea usted el jurado.
Publicado el el Listín Diario el sábado 22 de agosto de 2009: http://listindiario.com/app/article.aspx?id=112358
Y en el Nuevo Diario digital, ver comentarios en: http://elnuevodiario.com.do/app/article.aspx?id=165246

sábado, 15 de agosto de 2009

La Gran Muralla nos acerca a China

Siglos antes de que Thomas Hobbe afirmara en su libro Leviatán, que “el hombre es un lobo para el hombre”, ya los chinos estaban construyendo unas murallas para protegerse de los llamados bárbaros del norte, sobre todo los nómadas xiongnu, mongoles y manchúes.
Aunque se construyeron pequeños muros para separar un reino de otro, en el período de los reinos combatientes, no fue hasta que se produce la unidad de China y surge la primera Dinastía en el siglo III a.C, que el primer emperador, Qin Shi Huang ordena la construcción de lo que el mundo conoce hoy como La Gran Muralla.
Esta primera etapa construida con la técnica de la tierra apisonada, es recordada como una obra monumental, que aunque no se existen registros históricos donde se establezca la longitud exacta, se cree que era de 5000 kilómetros. Las dinastías inmediatamente posteriores apenas la continuaron agregando unos cientos de kilómetros, no le dieron el mantenimiento debido y peor aún, no le otorgaron la importancia política de protección interna para la cual fue concebida.
La Gran Muralla no impidió que Gengis Kan llegara en el 1214 hasta lo que hoy es Beijing, capital de China y que su nieto Kublai se hiciera emperador y estableciera allí la capital de la Dinastía Yuan en el 1272.
Es la Dinastía Ming (1386-1644), la que retoma la idea original del Primer Emperador. Utilizando el ladrillo como material, restaura, reconstruye y agrega nuevas partes a la Gran Muralla. Pese al gran esfuerzo de los Ming por fortalecer la Gran Muralla, no se pudo evitar que en el siglo XVII, los manchúes con el apoyo de un contacto interno la traspasaran y se hicieran con el poder de China.
Amada y odiada, glorificada y vilipendiada, la Gran Muralla, es una obra monumental, digna de un gigante. Considerada como la única construcción hecha por el hombre que puede verse desde el espacio, fue declarada por la Unesco en el 1987, Patrimonio de la Humanidad y en el 2007 votada como una de las siete maravillas del mundo moderno.
La Gran Muralla es un instrumento de mercadeo, mire a su alrededor y quizás vea un vino, o un carro, cuya marca es Great Wall.
Por mucho tiempo fue símbolo del hermetismo de la enigmática cultura china, del egocentrismo al creer que los que estaban fuera de ella eran salvajes, fue también símbolo de la semi abierta China de Mao, de la China relanzada y abierta, pero con controles, de Deng Xiaping, de la China de los Juegos Olímpicos, en fin es el símbolo de todos los chinos, así estén en Taiwán, Singapur o República Dominicana. La Gran Muralla fue concebida para impedir que el mundo exterior penetre a China, hoy su espíritu nos invita a acercarnos, a descubrir su misterio.
Publicado en el Listín Diario el sábado 15 de agosto de 2009, ver en: http://www.listindiario.com.do/app/article.aspx?id=111563

domingo, 9 de agosto de 2009

Las minorías en China: conflicto latente

China, un país inmenso no sólo en población, sino también en territorio. Es el tercer país más extenso del mundo, después de Rusia y Canadá. Tiene 22 provincias, 4 municipios directamente subordinados al poder central, 2 regiones administrativas especiales y 5 regiones autónomas.
Mantener la unidad de ese gran territorio y la cohesión de sus habitantes en torno a un gobierno central ha sido una de las principales tareas de los chinos en toda su historia. De las 56 nacionalidades reconocidas en China, la etnia han con más del 90% de la población es la mayoritaria, menos del 10% se corresponde a los otros 55 grupos, que componen las minorías.
Pero esas minorías atentan, más de lo que imaginamos, contra la unidad y la existencia del gigante asiático. De esos grupos minoritarios, se distinguen dos que aunque no tienen mucha población, si tienen mucho territorio e influencia histórica.
Los tibetanos, con su budismo tibetano y su propia cultura, constituyen un grupo especial, ubicados en la región autónoma del Tíbet, no sólo tienen el liderazgo del Dalai Lama, sino que ocupan un territorio de 1, 220,000 kilómetros cuadrados.
La etnia Uigur, de ascendencia turca y religión islámica, está ubicada en la región autónoma de Xinjiang, sobre todo en la ciudad de Urunqui. Ocupan un territorio de 1, 600,000 kilómetros cuadrados y aunque no tienen un líder independentista del prestigio del Dalai Lama, tienen a Rebiya Kadeer, considerada la líder del independentismo uigur.
Si esas dos minorías logran su independencia dan un golpe demoledor a China, desde el punto económico, geopolítico y cultural. Ocupan casi el 30% de su territorio actual y hacen frontera con 8 de los 14 países con los que China limita. Ya China no sería el tercer país más grande del mundo, sino el sexto. Gran parte del agua y la energía que consume la mayoría del este, surge en estas dos provincias: oleoductos y nacimiento de los ríos.
El contacto con el Everest, el techo del mundo, también ser perdería. China ya no sería el gigante, porque quedaría con menos territorio y recursos, con más densidad poblacional y por tanto mayor presión demográfica. Si todo esto fuera poco, la independencia de esos dos grupos, podría originar un efecto dominó con otras minorías de importancia histórica, como son la mongola y la manchú, dos grupos minoritarios que gobernaron el país mediante las dinastías Yuan y Qing, respectivamente.
No se precisa ser un experto en geopolítica ni en política internacional para saber por qué China no permite la independencia del Tibet y Xinjiang, por qué no les permite a esos pueblos, con origen, religión y cultura diferentes, que definan su propio destino apoyados en el principio de la autodeterminación de los pueblos. La respuesta es obvia, intereses, supervivencia, unidad ante todo, y quizás, con el permiso de Friedrich Ratzel, mantener el espacio vital que le permita a China seguir su carrera hacía la hegemonía global.
Publicado en el Listín Diario el sábado 8 de agosto de 2009, ver en:http://www.listin.com.do/app/article.aspx?id=110792

domingo, 2 de agosto de 2009

Los grandes inventos chinos

China no sólo es la única gran civilización antigua que se mantiene hoy compitiendo por la hegemonía global, colocada en los primeros lugares en población, territorio, producción y consumo, sino que también fue el pueblo que inventó el papel, la imprenta, la brújula y la pólvora. El papel para registrar la historia del mundo y transmitir la cultura a futuras generaciones, la imprenta para permitir que esa cultura se democratice, la brújula para orientarlo y la pólvora para destruirlo y reconstruirlo.
China, con esos cuatro inventos revolucionó el mundo en su momento y trazó la pauta de actividades definitorias de las historia de la humanidad, como son la guerra, la navegación y la transmisión cultural a través de los libros y las bibliotecas.
El papel fue inventado en el año 105 por Cai Lun, un oficial gubernamental de la Dinastía Han Occidental, quien lo elaboró mezclando corteza de madera y fibras de bambú con agua, escurriendo y secando la mezcla. Se comenzó a fabricar en Europa en el siglo XII, cuando los árabes establecieron en España la primera fábrica.
Casi 800 años antes de que Johannes Gutenberg “inventara” la imprenta a mediados del siglo XV, ya en la China de la dinastía Tang se imprimía libros. Para que se tenga una idea de lo avanzado que estaban los chinos en este sentido, está ampliamente documentado que para el siglo VIII se imprimieron cientos de miles de ejemplares de un Sutra budista, algunos de los cuales hoy se conservan, para ser los documentos impresos más antiguos. Lo honesto sería, que en las escuelas se enseñara que la imprenta fue inventada por los chinos y que el alemán Gutenberg la perfeccionó, hizo que el proceso fuera más económico y rápido.
La brújula fue inventada en China aproximadamente en el siglo IX, transcurrieron casi cuatro siglos entre el invento chino y la primera mención europea sobre la polaridad magnética en el 1180. Para el siglo XV, exactamente en el 1421, partió de China la más grande expedición marítima que se ha conocido, a explorar el mundo, gracias al uso de la brújula.
La pólvora fue inventada por un alquimista taoísta chino alrededor del siglo IV, cuando se conoció en occidente a finales del siglo XII, ya los chinos la habían utilizado para fines bélicos, pero sobre todo en fuegos artificiales para las celebraciones imperiales. Lamentablemente, este fue uno de los inventos chinos, que con más rapidez e ingenio fue asumido por occidente, sobre todo para fines bélicos.
La civilización China tiene grandes primacías de la humanidad, así como Santo Domingo, tiene grandes primacías en América, ¿por qué no acercarnos más a los chinos, para conocer su rica cultura?, nos haría bien a países jóvenes como la República Dominicana, ir las fuentes.
Publicado en el Listín Diario el sábado 1 de agosto de 2009: http://www.listindiario.com/app/article.aspx?id=110019

La Ruta de la Seda

El emperador chino Wu Di, de la dinastía Han, fue quien en el siglo I a.C, promovió la creación de una ruta comercial con occidente. La ruta, con varias bifurcaciones, se extendía desde el este de China hasta las costas de Siria, con una longitud de 6500 kilómetros, siendo casi el 80% hielo, nieve y glaciares.
El esfuerzo era sobrehumano, lo que significa que el deseo del hombre de establecer intercambios comerciales nunca ha tenido límites, ni obstáculos insalvables.
Sobre todo la fina seda china, con el misterio que encerraba su origen y producción, cuyo monopolio se mantuvo por más de tres mil años, pero además, porcelana, cerámica, especias, papel, coral, ámbar, tejidos de lana, ébano, piedras preciosas, perlas, plata, drogas y esclavos, se intercambiaban por esta ruta.
El budismo que surgió en el norte de la India, penetró a China por este medio, pero también el islamismo y el cristianismo. Por esa ruta circularon mercaderes, filósofos y soldados que representaron el comercio, las ideas y la guerra respectivamente.
Aunque el mayor trasiego a través de la ruta se producía en dirección este-oeste, el veneciano Marco Polo la recorrió en sentido contrario en la segunda mitad del siglo XIII, siendo uno de los primeros europeos que conoció y se integró a la enigmática cultura china, permitiendo que por medio a sus memorias, dadas a conocer en el libro titulado “Los viajes de Marco Polo”, occidente comenzara a conocer una sociedad cerrada y totalmente desconocida hasta entonces.
La ruta se utilizó casi en toda la Edad Media, pero en el siglo XIV, con la llegada de los Ming al poder imperial de China, se fue perdiendo el interés por esa ruta terrestre, prefiriendo desarrollar rutas marítimas.
No fue un chino, tampoco un miembro del imperio romano, quien bautizó a esta ruta con el famosísimo nombre que lleva, fue el geógrafo alemán Ferdinan Richthofen quien a finales del siglo XIX la bautizó con el nombre “Ruta de la Seda”. Desde China, la ruta continúa, quizás en su mejor momento, con ramificaciones que van al último rincón del planeta y con infinidad de productos que dicen “made in china”. Hoy la UNESCO está promoviendo el programa internacional "la Ruta de la Seda", que es una ruta de dialogo, de comprensión mutua y de reacercamiento de culturas.
Publicado en el Listín Diario el sábado 25 de julio de 2009: http://www.listin.com.do/app/article.aspx?id=109240