sábado, 15 de agosto de 2009

La Gran Muralla nos acerca a China

Siglos antes de que Thomas Hobbe afirmara en su libro Leviatán, que “el hombre es un lobo para el hombre”, ya los chinos estaban construyendo unas murallas para protegerse de los llamados bárbaros del norte, sobre todo los nómadas xiongnu, mongoles y manchúes.
Aunque se construyeron pequeños muros para separar un reino de otro, en el período de los reinos combatientes, no fue hasta que se produce la unidad de China y surge la primera Dinastía en el siglo III a.C, que el primer emperador, Qin Shi Huang ordena la construcción de lo que el mundo conoce hoy como La Gran Muralla.
Esta primera etapa construida con la técnica de la tierra apisonada, es recordada como una obra monumental, que aunque no se existen registros históricos donde se establezca la longitud exacta, se cree que era de 5000 kilómetros. Las dinastías inmediatamente posteriores apenas la continuaron agregando unos cientos de kilómetros, no le dieron el mantenimiento debido y peor aún, no le otorgaron la importancia política de protección interna para la cual fue concebida.
La Gran Muralla no impidió que Gengis Kan llegara en el 1214 hasta lo que hoy es Beijing, capital de China y que su nieto Kublai se hiciera emperador y estableciera allí la capital de la Dinastía Yuan en el 1272.
Es la Dinastía Ming (1386-1644), la que retoma la idea original del Primer Emperador. Utilizando el ladrillo como material, restaura, reconstruye y agrega nuevas partes a la Gran Muralla. Pese al gran esfuerzo de los Ming por fortalecer la Gran Muralla, no se pudo evitar que en el siglo XVII, los manchúes con el apoyo de un contacto interno la traspasaran y se hicieran con el poder de China.
Amada y odiada, glorificada y vilipendiada, la Gran Muralla, es una obra monumental, digna de un gigante. Considerada como la única construcción hecha por el hombre que puede verse desde el espacio, fue declarada por la Unesco en el 1987, Patrimonio de la Humanidad y en el 2007 votada como una de las siete maravillas del mundo moderno.
La Gran Muralla es un instrumento de mercadeo, mire a su alrededor y quizás vea un vino, o un carro, cuya marca es Great Wall.
Por mucho tiempo fue símbolo del hermetismo de la enigmática cultura china, del egocentrismo al creer que los que estaban fuera de ella eran salvajes, fue también símbolo de la semi abierta China de Mao, de la China relanzada y abierta, pero con controles, de Deng Xiaping, de la China de los Juegos Olímpicos, en fin es el símbolo de todos los chinos, así estén en Taiwán, Singapur o República Dominicana. La Gran Muralla fue concebida para impedir que el mundo exterior penetre a China, hoy su espíritu nos invita a acercarnos, a descubrir su misterio.
Publicado en el Listín Diario el sábado 15 de agosto de 2009, ver en: http://www.listindiario.com.do/app/article.aspx?id=111563

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