Existen hombres sin los cuales no se pueden entender, ni explicar acontecimientos fundamentales de la humanidad. El renacer de China, su insólito crecimiento en los últimos 32 años es uno de esos acontecimientos, Deng Xiaoping, uno de esos hombres. Cuando nació el 22 de agosto de 1904, agonizaba la última dinastía imperial de China. Año del dragón en el calendario chino y signo leo en el horóscopo occidental. Dragón y león, ¿simple coincidencia o preludio del destino?
Guang´an, provincia Sichuan, a miles de kilómetros de Beijing fue cuna y lugar donde cursó sus primeros estudios. A los 14 años, tras haber estudiado francés en Chongqing, llega a Francia donde inicia una etapa que va a marcar su vida para siempre, puesto que allá conoce a Zhou Enlai, desde ese momento su amigo, mentor y protector.
Deng ingresa al Partido Comunista de China (PCCh) en el 1924 con apenas 18 años. Con su participación en la “Larga Marcha” se fue ganando un espacio en el PCCh y el respeto de Mao. Quizás por su temprana educación en Francia, donde además trabajó y conoció la sociedad de mercado Deng Xiaoping era de los revolucionarios, hombre de izquierda, comunista si se quiere, pero no radical, que entendía que había maneras de asumir algunos elementos de la economía capitalista sin dejar de ser socialistas y sin traicionar la “revolución”.
Después del fracaso del Gran Salto Adelante él fue de los que se colocó de lado de Liu Shaoquí criticando a Mao públicamente por sus errores y planteando una nueva forma de manejar la economía. Grave error que pudo haberle costado la vida, no entendió que un líder carismático, por demás el ideólogo principal de la revolución, pese a sus errores en lo económicos podía agenciarse el apoyo del pueblo y de las bases del partido. En efecto eso fue lo que sucedió, Mao Zedong, con el apoyo de Lin Biao logró no sólo restaurar su poder sino iniciar una etapa de 10 año conocida como la Revolución Cultural Proletaria que tenía como objetivo principal desenmascarar a los contrarrevolucionarios en el partido y recuperar lo que desde su punto de vista se consideraban las esencias del comunismo chino.
Deng cayó en desgracia, fue acusado de escoria y traidor, fue desconsiderado y despojado de todos sus cargos en el Partido y en el Gobierno. Esta situación no doblegó el espíritu indomable de Deng Xiaoping, para él era una más de las tantas crisis que había enfrentado en su vida desde que se unió a la revolución y como siempre se apoyó en dos convicciones, “no temer a nada y ser optimista”. En agosto de 1972, envió una carta a Mao aceptando sus actos contrarrevolucionarios y pidiendo disculpas, actitud que le granjeó el perdón del líder y su reincorporación en febrero de 1973 a la dirección del partido.
Muerto Mao en septiembre de 1976, termina la Revolución Cultural y es desmembrada la “Banda de los Cuatro”, con lo que se inician dos años de transición dirigidos por el que Mao señaló como su sucesor, Hua Guofeng. En diciembre de 1978, la paciencia, la perseverancia, la confianza, el optimismo y hasta la suerte de Deng Xiaoping coronan su carrera política, se hace con el poder real, aunque con el nominal seguía Guofeng.
En la Tercera Sesión Plenaria del XI Congreso del Comité Central del Partido Comunista de China, Deng Xiaoping pronunció un discurso donde trazó las pautas de la “Segunda Revolución China”, como la ha llamado Eugenio Bregolat, que ha permitido lo que el mundo observa con estupor: el ascenso del dragón. Lo que hizo Deng por su país desde ahí hasta su muerte el 19 de febrero de 1997, es una historia digna de ser contada. De hecho son cientos los libros y documentos que se han escrito acerca de su vida, sobre todo de sus últimos 20 años. Dentro de todo lo que se ha escrito existen dos libros escritos por su hija Deng Rong: "Mi padre, Deng Xiaoping", quizás una de las mejores biografías y "Deng Xiaoping y la Revolución Cultural".
Publicado en el Listín Diario el sábado 24 de julio de 2010, ver: http://www3.listindiario.net/las-mundiales/2010/7/23/151835/Deng-Xiaoping