Aunque nos han acostumbrado a llamar té a toda infusión de hojas que se prepara, el verdadero té, es la infusión que se extrae de una hoja milenaria de origen chino que lleva ese nombre.
El cómo se descubrió y cómo comenzó a ser la bebida preferida del pueblo chino es un misterio. Existen diversas historias, todas fantásticas, siendo la más aceptada la que cuenta que el emperador Shen Nung, que sólo bebía agua previamente hervida, un día mientras esperaba que el agua estuviera lista, el viento empujó tres hojas de té hasta la taza, se tiñó el agua de un color dorado, él probó el brebaje y lo encontró revitalizante y refrescante.
Eso hace más de 5000 años, pero reiteramos es sólo una leyenda, de lo que sí se tienen pruebas es que ya en el 221 a.C. existía un impuesto al té, que después pasó a ser la principal fuente de ingresos del Estado. Lo que sí es seguro es que el cultivo del té tiene más de 2500 años, siendo quizás el más antiguo que registra el hombre.
Por muchos años los chinos mantuvieron el monopolio de producción y consumo del té, fue en el siglo IX que monjes budistas lo llevaron a Japón. Muchos años después llega a Europa cuando en 1610 los holandeses lo llevaron a Ámsterdam que era conocido en ese momento como el almacén del mundo. En China el consumo del té es un arte, es parte intrínseca de su cultura, de su diario vivir. Representa lo trivial y lo profundo. Se brinda a todo invitado como símbolo de amistad, además acompaña todas las comidas: antes de comer se bebe como aperitivo, después como digestivo.
Existen diferentes tipos de té, dependiendo de su preparación y de la frescura de las hojas. Los más conocidos son el verde y el negro, a partir de ellos existen distintas variantes. El verde es el primero, el más consumido, un antioxidante natural, considerado entre los diez alimentos más sanos del mundo. El té se toma sin azúcar para que sus facultades antioxidantes no se neutralicen, en última instancia se recomienda un poco de miel de abejas.
Preparar el té es un rito que demanda de utensilios específicos, que van desde la tetera hasta las pequeñas tacitas para su consumo, pero usted en principio hágalo con lo que tenga. No obstante, si usted decide asumir la cultura del té, nuestra recomendación es que así como para degustar un buen vino se precisa de una fina copa, riedel preferiblemente, para degustar un buen té se recomienda una fina tetera de cerámica cocida en la tradicional región de Yixing, que es el lugar donde los amantes del té, dentro y fuera de China, procuran los utensilios para su disfrute con el aire ceremonioso que demanda.
Usted puede encontrar el té en el mercado en diversas presentaciones, desde las bolsitas, hasta en sus hojas frescas debidamente procesadas. Para los no expertos, para facilidad de preparación se recomiendan las bolsitas, pero a medida que usted comienza a asumir el té como parte de su vida, a tomarlo habitualmente con sus familiares y amigos, como se hace en China, Japón, Reino Unido, India etc, debe consumir el té en sus hojas.
El mercado dominicano del té todavía no tiene esa gran diversidad que se podría encontrar en un país de tradición en su consumo, pero en el Barrio Chino se pueden encontrar varias opciones, diferentes precios y calidad. A mayor precio, mayor calidad y por tanto mejor sabor, frescura y facultades medicinales.
Publicado en el Listín Diario el sábado 29 de agosto de 2009, ver en: http://www.listindiario.com.do/app/article.aspx?id=113113
Y también en el Nuevo Diario digital el domingo 30 de agosto, ver con los comentarios en: http://elnuevodiario.com.do/app/article.aspx?id=165954