A Mao Tsé-tung o Mao Zedong, ya sea que se pronuncie utilizando el sistema Wade-Giles o el Pinyin respectivamente, le faltaban poco más de tres meses para cumplir 83 años, cuando se anunció su muerte en Beijing el 9 de septiembre de 1976.
Han pasado 33 años desde aquel día de verano, no obstante, el Gran Timonel sigue vivo en el pensamiento de millones de chinos y de seguidores de su pensamiento en todo el mundo. A diferencia de Rusia, donde Nikita Khrushchev inició la desestalinización poco después de la muerte de Stalin, en China la memoria de Mao ha sido respetada por las tres generaciones que le sucedieron.
Deng Xiaoping reconoció que el liderazgo de Mao fue la base para la reconstrucción económica de China que él condujo desde 1978. Así igual Jiang Zemin y Hu Jintao. Si estudiamos bien cuáles fueron las motivaciones de Mao, si leemos los discursos que pronunció en su larga marcha por todo el país como líder del Partido Comunista de China (PCCh), nos damos cuenta que su mayor interés era devolver a China el lugar que siempre tuvo en la historia, devolverle al pueblo chino el orgullo, recuperar el honor mancillado, procurar que su soberanía no fuera pisoteada nunca más, como lo fue entre 1840 y 1945.
Pese a sus errores en el campo económico y cultural, si hacemos un balance desapasionado, tenemos que reconocer que Mao alcanzó objetivos políticos trascendentales. En apenas 27 años, desde 1949 a 1976, Mao logró la unidad de China y que volviera a ser respetada en el escenario internacional.
Relaciones diplomáticas y reconocimiento de gran parte de los Estados del mundo, asiento como uno de los cinco Miembros Permanentes en el Consejo de Seguridad de la ONU. Por eso sigue vivo, por eso su enorme retrato todavía está ahí en la Puerta de Tiananmen o “Puerta de la Paz Celestial” rodeado por los lemas “viva la República Popular China” y “viva la unidad de los pueblos del mundo”.
Vive en los que conocieron su pensamiento y acción, vive en los que entendieron sus motivaciones, pero también vive en esas nuevas generaciones que se han educado en la China que aunque comunistas, son también consumistas y de mercado.
En el capítulo XVII del “Libro Rojo” se puede leer: “Debemos ser modestos y prudentes, prevenirnos contra el engreimiento y la precipitación y servir de todo corazón al pueblo”, por eso vive en el pueblo, porque para Mao, la política no tenía otra razón de ser que servir al pueblo. Entonces, por qué no, debe vivir en el accionar político de los seguidores del profesor Juan Bosch, que siempre entendió que servir al partido y llevarlo al poder, tenía como única misión, servir al pueblo.
Publicado en el Listín Diario el sábado 12 de septiembre de 2009, ver en: http://www.listin.com.do/app/article.aspx?id=114632
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