El presidente de Taiwán, Ma Ying-jeou, está cumpliendo su promesa de campaña, reiterada en su discurso de toma de posesión, de estrechar relaciones con China, sin comprometer el “status quo” de la isla.
En 18 meses como Jefe de Estado, ha promovido tres rondas de negociaciones y la firma de nueve acuerdos entre Taipéi y Beijing, obteniendo como resultado un considerable avance en las relaciones bilaterales y la creación gradual de confianza mutua a uno y otro lado del estrecho.
Los logros más significativos han sido, el establecimiento regular de los vuelos, barcos y comunicaciones postales directas entre China y Taiwán, inspección de sanidad alimentaria, asistencia judicial mutua, disminución de los límites a las inversiones de Taiwán en China, permitir el cambio directo del yuan chino en Taiwán, permitir inversiones de China en empresas de Taiwán y la llegada de los osos pandas a Taipéi.
Todo este proceso de acercamiento se ha basado en el principio de “reconocer que existe una sola China, no unificación, no independencia, no uso de la fuerza militar”. También Ma Ying-jeou ha aplicado activamente la política de “diplomacia flexible”, lo que le ha permitido consolidar las relaciones con sus socios diplomáticos, entre ellos la República Dominicana, y sus vínculos comerciales y culturales con otros países, sin lacerar los intereses de China.
Para entender en qué consiste el nuevo enfoque de Taiwán, basta señalar que este año 2009 ha sido el primero desde 1993 que el Gobierno de la Taiwán no ha solicitado a sus socios diplomáticos que propongan la inclusión de la consideración del caso de Taiwán en la agenda de la Asamblea General de la ONU. Como no están danto punta pies a la colmena, o sea, no están enfrentando de manera directa a China en ese terreno, están recogiendo la miel.
En mayo pasado Taiwán se convirtió en observador en la Asamblea Mundial de la Salud de las Naciones Unidas, lo que supuso el mayor avance diplomático de ese país en más de 30 años. Las demandas políticas radicales se posponen, China no insiste en la unificación, Taiwán tampoco insiste en la independencia. Si se cumple esta primera parte, entonces tampoco se hablará del uso de la fuerza.
En una entrevista reciente en un medio de Singapur, el presidente Ma Ying-jeou indicó que no es tiempo para negociaciones políticas con China y que la prioridad son los temas económicos. Taiwán seguirá adelante con su política de revitalización económica, colocando en primer lugar el bienestar del pueblo y adoptando un enfoque pragmático de buscar un terreno común donde las diferencias no tengan cabida, sino las afinidades.
Aunque los chinos se distinguen por su singular paciencia, nos preguntamos, ¿cuánto tiempo se mantendrá esta tregua?, ¿cuánto tiempo se postergará la solución al problema fundamental entre China y Taiwán? No sabemos, pero de lo que sí estamos seguros es que China y Taiwán están viviendo una nueva etapa en sus relaciones, quizás la más beneficiosa para ambos en toda su historia.
Publicado en el Listín Diario del sábado 21 de noviembre de 2009
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