Sólo era cuestión de tiempo para que sucediera lo que hace años se ha estado anunciando, lo que los especialistas, los entendidos, los informes, los índices, venían señalando que se produciría. China se acaba de convertir en la segunda economía del planeta en tamaño, superando a Japón, después del pobre desempeño de la economía nipona en el primer semestre de este año.
La mayor hazaña de China no está en el qué, sino en el cómo, no está en el hecho de convertirse en la mayor economía del mundo, después de la de EEUU, sino en la manera, lo que hizo para lograrlo y el tiempo que le tomó hacerlo.
En 32 años, desde 1978 hasta hoy, logró crecer lo que a otros les costó un siglo o quizá más tiempo.
La transformación, que significó apertura económica, se apoyó en medidas concretas que fueron coordinadas de manera directa por Deng Xiaoping y seguidas por Jiang Zemin y Hu Jintao, con ligeras modificaciones que respondieron a las circunstancias.
De ser una economía, que no se consideraba, que estaba a principios de los años 80 en el lugar número 30, hoy está en segundo lugar, con posibilidades de ocupar el primero en los próximos años.
De ser un país que producía apenas para tratar de satisfacer su mercado local en productos básicos, que no tenía o tenía muy pocos productos en el mercado global con la inscripción “Made in China”, hoy es la indiscutible fábrica del mundo, en sectores incluso como el de vehículos de motor.
China es grande, es un gigante, desde siempre en población, en cultura, y aunque muchos no lo acepten, también en tecnología.
Su economía fue la número uno del planeta en diferentes etapas de su historia, aún a finales del siglo XVIII, quedando rezagada tras la Revolución Industrial en Europa, situación que le arrebató ese mérito.
Ahora que estamos finalizando el tercer cuarto de este año 2010, año del Tigre, es la segunda. Para algunos el tamaño no importa, no obstante la realidad es que sí importa y mucho, más de lo que nuestra limitada capacidad de análisis nos pueda permitir apreciar. No se puede repartir un pastel que no tenemos, de manera que lo primero es tenerlo, eso fue lo que China hizo y luego se debe hacer crecer para que los que participen del reparto obtengan una mayor tajada, eso es lo que China está haciendo ahora.
Si bien es cierto que China tiene la singularidad de ser la segunda economía del mundo, siendo un país en vías de desarrollo, no es menos cierto que es meritorio y hasta paradigmático lo que ha logrado.
Todavía tiene muchos retos y desafíos por delante, entre ellos aumentar el ingreso per cápita que todavía es bajo y reducir las desigualdades, pero para ello tiene que seguir como dragón en ascenso, tiene que tener una economía grande, seguir trabajando disciplinado, encendiendo la luz como enseñó Confucio, sin hacer caso a los que sólo saben maldecir la oscuridad.
Publicado en el Listín Diario, ver en: http://www2.listindiario.com/las-mundiales/2010/8/21/155632/China-segunda-economia-del-mundo
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