domingo, 5 de diciembre de 2010

Socialismo con características chinas

Cuando se convocaron las Asambleas Generales a principios de la Revolución Francesa, la ubicación de las facciones legislativas determinaron el origen de los conceptos izquierda y derecha en escenario político. A la derecha del Presidente de la Asamblea, se sentaba la aristocracia, ocupando el lugar de honor, y a la izquierda, el Tercer Estado, el pueblo llano. La derecha implicaba el apoyo a los intereses reales, mientras que ser de la izquierda, implicaba oposición a los mismos. No obstante, estas características, que son sólo algunas de las más importantes, no son absolutas, puesto que cada sociedad, cada grupo que propugna por implantar un régimen de izquierda o de derecha, agrega nuevos elementos, que van a tono con su realidad. Si bien el fondo, entre diferentes grupos de izquierda o de derecha, parece el mismo, la forma es diferente. Se coincide en el por qué y para qué, se presenta el desacuerdo en el cómo. El ejemplo más gráfico: la izquierda marxista-leninista versus la izquierda maoísta, la Unión Soviética versus la República Popular China (RPCh). Mientras que para Lenin el proletariado urbano era visto como la principal fuerza revolucionaria, para Mao Tsé-tung el campesinado representaba esa fuerza. Esas posiciones en cuanto al cómo hacerlo, es lo que amplía el espectro político, colocando entre los extremos o sea entre los radicales, a los moderados, los que tienden al centro. La izquierda fue radical en sus comienzos, entendía que la forma de llegar al poder y realizar los cambios necesarios, era a través de las armas. Ese era el paradigma, la base teórica lo recomendaba, los ejemplos como la Revolución Rusa en 1917 y la Revolución China en 1949, lo afianzaban. Quizás las circunstancias lo demandaban, quizás esos dos intentos fueron necesarios para enviar un mensaje a los conservadores a ultranza que tenían que ceder, pero ya los tiempos han cambiado. Lo que se justificaba en aquellas ocasiones, hoy no tiene justificaciones. Ni izquierda, ni derecha, la solución a los problemas del mundo de hoy, están más allá de la izquierda y de la derecha, como bien ha tratado de explicar Anthony Giddens en sus libros. Lo que demanda la sociedad global de hoy es un nuevo socialismo, un socialismo del Siglo XXI, un socialismo democrático, con una economía de mercado fiscalizada por un Estado responsable. Ni izquierda, ni derecha, debemos construir una sociedad que asuma el ideal socialista de poner fin a la explotación del hombre por el hombre, donde cada cual aporte de acuerdo a sus capacidades y reciba de acuerdo a sus necesidades. Como dijera Deng Xiaoping, “socialismo no es sinónimo de pobreza, enriquecerse es glorioso”, ese fue el sueño de China, alcanzar el bienestar para todos, la riqueza material por medio a la cual se pueda alcanzar el ideal socialista. China lo está logrando con un socialismo con características chinas, China se repensó, revisó sus ideas y hoy está obteniendo resultados asombrosos. Quizás sea tiempo que países como la República Dominicana, que se encaminan hacia el desarrollo tomen este “modelo chino” de paradigma y lo moldeen a sus realidades.

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